ANTECEDENTES
Raquel Cohen, define
como damnificados a las personas y familias afectadas por un desastre y sus consecuencias,
pues han experimentado un evento inesperado y estresante que ha deteriorado su
capacidad de resolución de crisis y están reaccionando de una manera normal a
una situación anormal.
DEFINICIÓN
Ante
una situación de emergencia y desastre ciertos sentimientos y reacciones son
frecuentes. Puede ser que algunas de esas emociones no se hayan experimentado
anteriormente, cada persona es diferente y puede responder de distinta manera
en ciertos momentos.
También
es claro que la exposición a eventos de desastres debe producir un mayor nivel
de tensión y angustia en las personas, así como que el recuerdo de lo sucedido
será parte de la vida de las víctimas y no se borrará de su memoria.
LOS ADULTOS MAYORES TIENEN DIFICULTAD EN:
·
Evacuar.
·
Responder
a anuncios públicos.
·
Reconocer
peligros.
·
Buscar
cuidado médico.
·
Usar
recursos.
·
Estar
parados en línea-agua/alimento.
Algunos criterios para determinar que
una expresión emocional se está convirtiendo en sintomática son:
Prolongación en el tiempo.
Sufrimiento intenso.
Complicaciones asociadas (ejemplo, una
conducta suicida).
Afectación del funcionamiento social y
cotidiano de la persona.
Los
adultos mayores: suelen tener dificultades para enfrentar las implicaciones de
un desastre. Sus principales síntomas después del evento son la depresión y la
sensación de impotencia. En algunos casos se manifiesta una ausencia de
motivación para la reconstrucción de vida.
ALGUNAS
DE LAS MANIFESTACIONES QUE PUEDEN OBSERVARSE EN PERSONAS ADULTAS:
Crisis de miedo o pánico.
Nerviosismo o ansiedad.
Crisis de miedo o pánico.
Inseguridad.
Problemas para dormir o descansar.
Necesidad de estar solo.
Culpar a los demás.
Sentimiento de impotencia.
Enojo y/o irritabilidad.
Cambio en los hábitos alimenticios.
Recuerdos muy vivos del evento.
Confusión para pensar y/o problemas de
concentración.
Tristeza y/o llanto
Ideas de suicidio.
Fatiga.
Culpabilidad por haber sobrevivido.
REACCIONES
TÍPICA EN LOS ADULTOS MAYORES:
Ø Aumento
de los recuerdos relacionados con el pasado y los amigos, y deseo de volver a
conectarse con ellos.
Ø Mayor
dependencia de la familia y rechazo de la asistencia proveniente de las
autoridades.
Ø Miedo
a morir.
Ø Visión
deprimente del futuro (la vida nunca será tan buena como el pasado.
Ø Regresión
(en general un retorno temporal a un estado previo, habitualmente peor).
Ø Sentimiento
de múltiples pérdidas (personales, materiales, de la dignidad, de la esperanza
en el futuro).
Ø Desorientación,
debido a la interrupción de la rutina.
Ø Utilización
de la negación como reacción defensiva normal.
Ø Reacción
inmediata de miedo, seguida de ira y frustración cuando no son capaces de
controlar la situación.
Ø Dificultades
de concentración y comunicación
Ø Reacciones
fisiológicas (especialmente trastornos del sueño y del apetito).
ALGUNAS RECOMENDACIONES PARA
LOS AFECTADOS, SUS FAMILIARES Y AMIGOS
Para los afectados:
ü Buscar
compañía y hablar. Compartir sentimientos y pensamientos con otros.
ü Escuchar
y ayudar a sus compañeros.
ü Permitirse
sentirse mal, deprimido o indiferente.
ü Realizar
ejercicios físicos suaves, alternados con relajación.
ü Estructurar
el tiempo y mantenerse ocupado.
ü No
evadir el dolor o sufrimiento con el uso de drogas o alcohol.
ü Tratar
de mantener un itinerario de vida lo más normal posible.
ü Hacer
cosas que lo hagan sentir bien, útil y solidario.
ü Tomar
pequeñas decisiones cotidianas.
ü Descansar
lo suficiente.
ü Intentar,
dentro de lo posible, comer bien y regularmente.
ü Saber
que los sueños y pensamientos recurrentes acerca del evento traumático son
normales y deben ser compartidos.
Para los familiares y amigos
de los afectados:
v Escucharlos
detenidamente y acompañarlos.
v Promover
ayuda y solidaridad, así como fortalecer vínculos entre familiares y amigos.
v Proveer
información suficiente.
v Estimularlos
a participar en las tareas de la vida cotidiana.
v Comprender
y aceptar el enojo y otros sentimientos de los afectados.
v No
decirles que tienen "suerte de que no les fue peor". Las personas
traumatizadas no encuentran consuelo en esas frases. En cambio, se puede
expresar “es comprensible tu reacción por lo sucedido y que lo entiende”.
INTERVENCIÓN
PSICOLÓGICA
Los adultos mayores pueden
ser especialmente vulnerables durante e inmediatamente después de un evento
crítico. Es más probable que tengan impedimentos físicos, vivan solos y
carezcan de ayuda y de otros recursos. Pueden tener que afrontar el shock de
perder todo lo que habían conseguido en la vida: casa, familia, empleo y
seguridad.
Brindar
la primera ayuda a los ancianos demanda un conocimiento de sus principales limitaciones
y necesidades, así como una predisposición a actuar con respeto y comprensión.
Apoyo emocional.
·
Estimular
la comunicación abierta entre el facilitador/a y el grupo.
·
Favorecer
la integración y la cohesión del grupo.
·
Estimular
el intercambio de experiencias en el grupo, propiciando la reflexión
·
colectiva
sobre las preocupaciones existentes.
·
Facilitar
la expresión de emociones y sentimientos de los participantes: miedos,
·
culpabilidad,
soledad, sensación de abandono, duelos por pérdidas, etc.
·
Abordar
las pérdidas ocurridas como causales directas de la aflicción. Suelen
·
ocurrir
numerosos pérdidas (materiales, humanas, animales, cosechas) y
·
también
problemas sociales como la disfunción familiar, ruptura de redes de
·
apoyo,
imposibilidad de asistir a clases y otras de realizar actividades habituales.
·
Abordar
las preocupaciones por el retorno a la rutina diaria de la vida: la
·
escuela,
el trabajo, la vida en el albergue. Fomentar la dinámica de la vida
·
cotidiana,
con los reacomodos necesarios según las nuevas circunstancias.
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Qué hacer
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Cómo hacerlo
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1
Crear un clima de confianza y seguridad
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Estar disponible cuando lo necesiten.
Adoptar una actitud amable y cortés,
evitando los extremos de frialdad o formalismo versus paternalismo.
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2
Establecer una buena comunicación
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Aprender a escuchar sin interrumpir y demostrando interés, utilizar
algunos gestos de
asentamiento o formular algunas preguntas
sobre lo
que está
expresando.
Respetar el silencio o las explosiones emocionales, esperar el
silencio o que
pueda
controlarse Identificar y adaptar
el trato y el lenguaje
a las categorías culturales y la edad
“don Álvaro” o
“señorita Ramírez” y “usted”,
“vos” o “tú”, según lo que se use.
Adoptar el ritmo
de la conversación a las características de las personas
ancianas que se cansan más rápido
y pueden tener dificultades sensoriales.
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3
Fomentar el respeto y la tolerancia
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Entender, aceptar
y respetar a la persona con sus conocimientos.
Tratar de razonar
con lógica y utilizar el sentido común
sin imponer criterios.
No ponerse
de ejemplo, ni comparar situaciones.
No predisponerse con las personas, aprender a manejar las situaciones y mantener
el dominio sobre las propias
emociones.
Nunca perder el control ni responder con agresividad.
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4
Brindar apoyo emocional
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Buscar la
reunificación de las familias.
Gestionar el apoyo, la solidaridad y la ayuda de la familia y de las organizaciones comunitarias
existentes Asegurar el acompañamiento y el cuidado
personal en el periodo
inmediato posterior al evento-traumático;
especialmente para quienes han quedado solos y han tenido más pérdidas;
asegurar su continuidad. Facilitar que las personas cuando lo deseen, hablen
de
desastre, de sus reacciones emocionales y de su condición actual. El hablar no sólo alivia sino que, también
puede ayudar a una mejor
comprensión de las experiencias dolorosas y al descubrimiento de estrategias
de solución.
Asegurar la provisión de información clara,
coherente, oportuna y veraz.
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5
Entender
y aliviar los síntomas
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No restar importancia a los síntomas
actuales, sino ayudar
a la persona
a entenderlos y afrontarlos. Permitir (pero no forzar)
la expresión de sentimientos
Explorar lo que las personas piensan acerca de la expresión abierta de sentimientos para contrarrestar la creencia
de que ello implica debilidad.
Señalar la relación
que los síntomas y su reacción tienen con la situación vivida y con las circunstancias actuales.
Asegurar que se irán aliviando con el tiempo, aunque
puedan aparecer recrudecimientos
temporales. Promover el reconocimiento de las evidencias de progreso
por parte del paciente.
Facilitar y promover el reconocimiento de expresiones
encubiertas de sentimientos a manera
de modificaciones de conducta
(agresividad, consumo de alcohol o drogas, por ejemplo)
o de síntomas físicos
y ayudar a la persona a entender
las relaciones y a adaptar mejor medios
de expresión.
Hacer seguimiento para evaluar la naturaleza normal
o patológica de su evolución.
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6
Reforzar
la autoestima
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Analizar junto con la víctima,
las ideas negativas e invitarla a hacer también
un inventario de elementos
positivos, intentando un balance más equilibrado.
Recordar y enfatizar que, a pesar del desastre, son personas que tienen fortalezas que han sido probadas
en el pasado.
Sugerir y orientar hacia posibilidades de solución,
alentando a las personas
a asumir un compromiso activo en la toma de decisiones y en su implementación.
Es muy importante combatir la sensación de haber perdido
el control sobre su propia vida, de manera que
pasen de víctimas
pasivas y dependientes
a
sobrevivientes capaces de
enfrentarse a su destino. Promover que se mantenga o retome el estilo habitual de vida de la persona.
Promover el reinicio
de las actividades sociales, tales como prácticas religiosas, deportivas, recreativas, etc. Esto puede generar culpa, en tal caso, insistir en que es indispensable que su vida se normalice lo más pronto
posible y, además, que distraerse es, importante para contrarrestar los síntomas.
Enfatizar y reforzar el hecho de que cuenta
con apoyo familiar y social
para la recuperación.
Orientar sobre el acceso
a los recursos
de apoyo y ayuda, proveyendo información clara.
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7
Elaborar
los duelos
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Emplear todos
los recursos enunciados a propósito del apoyo emocional, aliviar los síntomas y fortalecer la autoestima.
Intentar averiguar las reacciones previas ante situaciones
de duelo, lo cual dará una idea de cuál es la manera
como la persona
se ha
“defendido” antes. Con cuidado, en la medida en que la situación emocional
del paciente lo permita, ayudar
a superar la negación,
confrontando a la persona
con la realidad y ayudándola a analizar las perspectivas de una vida que debe continuar,
a pesar de la pérdida.
En caso de muerte de familiares, reforzar los recuerdos
positivos del fallecido.
Apoyar la identificación del cadáver y la sepultura individual.
Apoyar y ayudar a elaborar
rituales de aceptación. Por ejemplo,
poner una cruz en el ligar presumible de la muerte, hace novenario, etc.
Reiniciar las actividades sociales, como prácticas
religiosas, deportivas, recreación familiar,
etc.
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BIBLIOGRAFIA:
Protección de la salud
mental en situaciones y desastres. 2002
ORGANIZACIÓN
PANAMERICANA DE LA SALUD (OPS), 2010
Apoyo psicosocial en
emergencias humanitarias y desastres
Salud mental y
desastres: intervención en crisis. Pautas para equipos de respuestas. 2006